Erase una vez tres tipos listos
aquellos que la sinfonía trae hacia la orilla
cada vez que el viento sopla de un lado
las velas lo empujan sin piedad hacia el otro.
Eran tres y no cuatro los que cantaban
mientras eran cinco y no seis los que escuchaban
el sonido flotaba encima
y eran solo dos los que estaban debajo.
Nunca siete pero quizás algún día diez
todos quejándose de lo que quieren ser
sin agradecer por lo que ya son
llegan a ser nueve sin llegar a ser ocho
todos sin ton ni son.
El mundo gira y es uno.
El río ríe y es dos.
Tres.
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