Caminó
la niña vendiendo caramelos en el crucero,
con
su caja de cartón y su vestido de flores amarillas,
cambió
el color del semáforo y volvió al sendero,
cruzó
la calle, luego el impacto y ella cayó de rodillas.
Fue
un taxista que hablaba por un celular risueño
contándole
a un amigo sobre una película de balas
sin
detenerse la atropelló rompiéndole el ensueño
quebró
a ese ángel en siete partes todas sus alas.
Por
más que quiso retroceder el tiempo y los años
quedó
impotente rondado por propios y extraños
mientras
desesperado observaba a la niña en agonía.
Junto
a los dulces mercancía estaba la caja
tirada
tres
soles y una foto de la niña con su madre amada
terminó
todo injusto así de pronto en una acera fría.